Un estudiante de Psicología encontró su vocación en una disciplina desconocida: La Ergonomía.
Sebastián Astorino, de 33 años, comenzó a trabajar en una consultora de seguridad e higiene para poder terminar de pagar sus estudios en Psicología sin sospechar que este camino no sólo lo llevaría a no ejercer como psicólogo, sino que además lo haría especializarse en ergonomía, crear su propia consultora y, frente al fuerte crecimiento, gerenciar RiesgoLab, su propio grupo de consultoras especializadas en salud ocupacional y gestión ambiental.
“Fue así. Para poder terminar de pagar la carrera de Psicología, empecé a trabajar como administrativo en una consultora de seguridad e higiene, en donde justamente se encargan de la salud ocupacional, prevenir accidentes de trabajo, enfermedades laborales, evaluar los contaminantes físicos y químicos. Con el tiempo, comencé a hacer los cursos de auditor y pasé a trabajar además como administrador del sistema de gestión”, afirmó.
En 2003, a partir de una resolución que aplicó el Gobierno sobre ergonomía integral -una disciplina que estudia datos biológicos y tecnológicos aplicados a problemas de mutua adaptación entre el hombre y los elementos de trabajo-, el joven descubrió que existía este campo laboral, que tuvo que estudiar para asegurarse de que la consultora estuviera cumpliendo correctamente con el programa exigido. Ese fue el disparador que lo llevó a hacer cursos sobre ergonomía, algo que no estaba muy desarrollado en el país.
“Me formé como ergónomo y la consultora me dio lugar para atender a todos sus clientes sobre los temas relacionados con ergonomía integral; entonces dejé de hacer el trabajo administrativo y de sistema de gestión”, dijo el emprendedor.
UNA OPORTUNIDAD
Frente a los juicios a empresas por la nueva ley y los pocos profesionales sobre el tema, muchas consultoras comenzaron a subcontratarlo, tercerizando sus servicios. “Al tener cada vez más trabajo, me independicé y empecé a trabajar solo desde el living de mi casa con muchas consultoras de seguridad e higiene y salud educacional que no tenían un ergónomo propio”, recordó.
Con una inversión inicial de $ 30.000, desde el living de su casa, con una cámara de fotos, una filmadora, un trípode, una computadora con un software creado a medida sobre la base de lo utilizado en el mundo y una cinta métrica, nació Consultoría en Ergonomía Integral (CEI).
Con el tiempo, las persistentes demandas de servicio lo llevaron a contratar personal y tener que buscar una oficina más grande. Trabajar con diferentes consultoras de distintos rubros le permitió interiorizarse en cómo funcionaba cada una y crear vínculos de confianza con el cliente.
“Todos tercerizaban lo que yo hacía, sin saber de qué se trataba, y yo, que estaba empapado en lo que hacía cada uno, me di cuenta de que podía empezar a ofrecer los servicios que hacían ellos”, indicó Astorino, confiado en el conocimiento adquirido sobre cómo funcionaban esas empresas, esos servicios y cómo aplicar la ley, tras su paso como administrativo y administrador del sistema de gestión de la consultora.
SERVICIO INTEGRAL
“Cuando voy a las empresas debo enterarme de cómo funciona todo, entonces se ven las falencias. El conocimiento sobre seguridad y medio ambiente, que adquirí de trabajar con las consultoras, me da un valor agregado. Cuando daba la devolución de ergonomía a las empresas también les comentaba sobre las fallas en los otros rubros y les daba la tarjeta de la consultora”, recordó.
Esto ocurrió hasta que vio la posibilidad de representar a las otras consultoras, porque él ya había ganado la confianza de ese cliente. Entonces surgió, en 2009, RiesgoLab, un grupo de consultoras y profesionales independientes que ofrecen servicios desde medio ambiente, seguridad e higiene hasta medicina, gimnasia y psicología laboral.
“Generé un espacio en el que trabajan varias empresas en un mismo lugar físico. Ahí nos retroalimentamos sobre experiencias o nuevas resoluciones, lo cual mantiene actualizados a nuestros clientes y nos permite responderles desde todos los rubros”, indicó quien pasó de ser consultor independiente a gerenciar un grupo de consultoras con una facturación anual de $ 500.000.
Astorino trabaja como ergónomo para varios países de América latina en donde tampoco está explotado el servicio. Ya puso un pie en Brasil, Paraguay, Chile y Perú como profesional independiente, pero ahora va por más expansión y mayor firmeza para pisar con RiesgoLab.
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