Daniel Cwirenbaum trajo al país un modelo de archivador que conoció en Israel. Sus clientes fueron pidiéndole muebles y hoy tiene una fábrica propia.
Daniel Cwirenbaum estudió ingeniería industrial en Tel Aviv, Israel. Cuando se graduó, tuvo que hacer allí los tres años de servicio militar, donde le tocó el sector de logística y aprovisionamiento de la fuerza aérea. Allí conoció unos archivadores que en la Argentina no existían: unos módulos plásticos que podían apilarse, formando un mueble del tamaño que uno quisiera.
“Cuando terminé, me presenté ante la empresa que los fabricaba y les propuse representarlos en Buenos Aires”, cuenta Cwirenbaum. “No apostaban mucho por la Argentina, pero no dejaba de ser un mercado nuevo. Y trabajamos tan bien que armamos un joint venture; les dije que me mandaran la matricería y compré bajo su supervisión las máquinas para fabricarlos acá”, agrega. La inversión inicial fue de US$50.000.
Ése fue, en 1994, el inicio de Archivos Activos, la firma de equipamiento de empresas de la cual él sigue siendo el único dueño, aunque hoy en día los archivadores representan sólo 5% de sus ventas. “Eran de alguna manera un accesorio ergonómico, así que cuando íbamos a las empresas a ofrecerlo nos preguntaban si no teníamos también éste o aquél artículo”, recuerda. “Así empezamos a fabricar muebles para oficinas, que también sumaban”.
Actualmente, las sillas ergonómicas –cuyo rango de precios va de $3.000 a $10.000- representan 55% de sus ingresos. Pero su portfolio consta en total de 30 productos de fabricación propia. Por el diseño de cuatro de ellos, en 2016 obtuvo el Sello del Buen Diseño argentino, que otorga el Ministerio de la Producción. Se trata de dos sillas, una estructura para las patas de los muebles y una carpeta ergonómica para escritorio, que se coloca sobre la mesa y permite escribir sin castigar las muñecas.
“Cada producto requiere un desarrollo importante, porque la matricería es cara”, indica Cwirenbaum. “Un molde de una silla puede pesar 4 ó 5 toneladas; es como subir cinco autos a una máquina. Pero poder hacerlo es lo que nos diferencia del resto”, añade.
Y para poder hacerlo, la compañía cuenta con una planta de 30 mil metros cuadrados en Avellaneda, donde también tiene showroom. En total, la compañía tiene 25 bocas –en su mayor parte, en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano; aunque también llega al interior a través de franquicias y distribuidores–.
“El 20% de nuestros clientes representa 80% de nuestros ingresos”, puntualiza Cwirenbaum, “que nos están demandando permanentemente, ya sea para su casa central o para sus sucursales, como el Banco Santander, Telefónica o Glaxo. También proveemos al Estado a través de licitaciones públicas o de constructores que participan en ellas”.
Paraguas
De todas formas, las pequeñas ventas de salón son bienvenidas. Para atender a todos los interesados, tiene un equipo de 15 vendedores, de los cuales 10 son arquitectos o ingenieros “porque se necesita que sepan leer un plano, entender el diseño corporativo, que es muy diferente del de una casa”, explica. “Cada tres o cuatro años cambia totalmente la tendencia; hoy ya son oficinas abiertas, con espacios para trabajar en colaboración”.
Archivos Activos ya representaba en el país a empresas del exterior, como las italianas LAS y Caimi o la israelí Huliot. Pero la gran novedad de 2016 es que ahora representa a la canadiense Teknion, la española Actiu y la especialista alemana en sillas Interstuhl, todas fabricantes de mobiliario premium para oficinas.
