Las demandas y quejas de las mujeres en la asistencia sanitaria se han considerado en un 25% de los casos como psicosomáticas en primera consulta antes de realizar cualquier exploración, como ya constató B. Bernstein en 1991.
En la evaluación de quejas semejantes, las demandas masculinas son consideradas más “serias” (dolor precordial, intento de suicidio, dolor lumbar). En primera consulta es mucho más probable que se administren psicofármacos a las mujeres que a los hombres.
Por su parte, tomados en su conjunto, los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias representan el 13% de la carga mundial de morbilidad, es decir, de la cantidad de personas que enfermaron durante el año.
El diagnóstico de depresión representa el 4,3%, y se encuentra entre las principales causas mundiales de discapacidad, ya que supone el 11% del total mundial de años vividos con discapacidad, y se aplica sobre todo a las mujeres.
Con los antecedentes citados no es difícil deducir quién está recibiendo mayor número de prescripciones de psicofármacos. Según el Informe Alegra 2013 en España, con una encuesta que analiza el consumo en los quince días anteriores a ser preguntados, la media nacional de consumo de ansiolíticos, relajantes, tranquilizantes o pastillas para dormir es de un 16,8% de la población y la media de consumo de antidepresivos de un 7%.
Asturias y Galicia presentan el consumo más alto (Asturias con un 28,7% en sedantes y 13,9% en antidepresivos, Galicia con un 21,4% en sedantes y 10,6% en antidepresivos). En el caso de Galicia, 216.700 mujeres toman tranquilizantes frente a 108.200 hombres, y 128.400 mujeres toman antidepresivos frente a 22.500 hombres.
A partir de 2003, los psicofármacos son los primeros fármacos que aumentan la factura farmacéutica en el Estado español, según datos del Ministerio de Sanidad. En Catalunya se calcula un gasto de más de 265 millones de euros anuales en psicofármacos, el 85% de los cuales son destinados a mujeres.
Según Soledad Márquez y Ricard Meneu (Revista de Filosofía, enero 2007), la administración de psicofármacos entraría de lleno en uno de los conceptos de la medicalización: “Marginar cualquier otra forma alternativa de lidiar con las dolencias”.
En primer lugar porque no se valoran los factores psicosociales, la doble jornada, la discriminación y la devaluación patriarcal de las mujeres en la génesis de los problemas de salud mental, y se intentan tratar problemas relacionados con la cultura patriarcal con psicofármacos.
Y en segundo lugar porque, tal como denuncia Marcia Angell en el The New York Review of Books de 2011, se diagnostican cada vez más problemas de enfermedad mental. La discapacidad por enfermedad mental creció, entre 1987 a 2007, de uno por cada 184 estadounidenses a uno por cada 76. Entre niños/as, el incremento fue de 35 veces más en estos 20 años debido al exceso de diagnóstico del Síndrome de Hiperactividad.
Angell denuncia que a veces las bases fisiopatológicas por las que cree que actúa un fármaco se descubren después de la comercialización. La teoría de la alteración de neurotransmisores fue encontrada a posteriori del fármaco inhibidor de la recaptación de serotonina. Es decir, el fármaco se comercializa antes que la descripción de la anomalía.
España es el país del mundo que receta más psicofármacos en atención primaria, destinados mayoritariamente a mujeres. El investigador Vicente Sánchez ha realizado una evaluación sobre la utilización de ansiolíticos e hipnóticos desde 2000 a 2011 en la Revista Española de Salud Pública de 2013, en el que concluye que en 11 años el incremento del consumo de ansiolíticos ha sido del 37,34%. También el grupo de los hipnóticos sigue la misma tendencia con un incremento progresivo desde 2000 del 66,24%.
FUENTE | https://www.diagonalperiodico.net/